Mejor perfil de una cuidadora de mayores

Por 23 febrero, 2020marzo 11th, 2020Consejos

¿Buscas una cuidadora de mayores? Si estás buscando una forma de atender a tu mayor o persona dependiente de tal forma que esté en las mejores manos posibles y no tienes muy claro qué opción elegir, en este artículo vamos a hablarte de los cuidadores, de los tipos que hay, de sus funciones y de sus diferencias.

Haremos especial hincapié en el cuidador a domicilio y de cómo Cuidado Mayor se encarga de tener las mejores cuidadoras, con vocación y  experiencia , para así cubrir las necesidades de tu familiar, pensando siempre en su bienestar y en aportar  un servicio de calidad.

El cuidado de personas mayores

Cuando se trata de cuidar a un familiar siempre buscamos conservar o mejorar su bienestar y una opción es que los cuidados sean en su propio hogar, así evitamos los problemas de adaptación y no modificamos sus rutinas.

«Alrededor del 20% de los cuidados que se realizan a diario corresponden al cuidado de personas mayores».

Estos cuidados siempre van a depender de la situación de nuestro familiar, sobre todo de su grado de dependencia. Si nuestro familiar tiene cierta independencia, la cuidadora se  centrará en controlar la medicación, ayudarles a hacer la compra o salir a dar un paseo.

Si por lo contrario, nuestro familiar tiene un grado de dependencia superior, la cuidadora  se centrará en ayudarles en el aseo personal, en las tareas del hogar (planchar, hacer la cama…) o incluso en la estimulación física y/o cognitiva, siempre teniendo en cuenta sus necesidades.

Perfil de cuidadoras

¿Sabes cuál es el perfil más frecuente de las cuidadoras? Pues por norma general este perfil es de una mujer (85%), de mediana edad (alrededor de los 55 años) y con estudios primarios (52%) según un estudio de la Gaceta Sanitaria.

Pero no nos olvidemos que no hay un sólo tipo de cuidador y se suele distinguir principalmente entre dos tipos:

-Cuidadora informal: es el cuidador familiar o sin formación, suelen ser mujeres (alrededor de un 88%), principalmente esposas o hijas (63%), con una edad de entre 40 a 60 años, que suelen convivir con el familiar a cuidar y ven este cuidado como un deber moral. Este tipo de cuidadora es la más proclive a sufrir mayor sobrecarga y que pueda derivar en el síndrome del cuidador o burn out .

-Cuidadora formal: es la cuidadora profesional, con formación y experiencia en atención y cuidados a personas dependientes. También tienen un perfil mayoritariamente femenino (96% según el IMSERMO), con una edad media de 39/40 años, casadas y su trabajo suele ser en régimen externo, es decir, no duermen en el domicilio.

¿Qué habilidades buscar en la cuidadora?

Respeto y cuidado

Todos sabemos que el respeto es fundamental para forjar una buena relación y más, cuando se basa en una relación de cuidado, donde la dependencia de nuestro familiar puede hacernos sentir absorbidos y superados por la relación.

-Cuando la cuidadora es informal: tanto el respeto como el cuidado suele haberse generado desde hace muchos años, ya sean nuestros padres, suegros o parejas y por ello también son a quién más solemos exigir. Es por esto, que a veces perdemos las formas con nuestros familiares, porque no sólo les cuesta a ellos pedir ayuda, sino que a nosotros también dársela y eso nos hace sentir culpables porque nos faltan manos y horas en el día para poder ayudarlos y acabamos dando peores cuidados de lo que nos gustaría.

-Cuando la cuidadora es formal: es distinto, el respeto se va ganando con el tiempo, pero manejan mejor estas situaciones. No olvidemos que saben cómo tratar a los mayores y cómo cubrir sus necesidades sin olvidar que deben cuidarse a ellas mismas también.

Una de nuestras cuidadoras, Marisa lleva más de 3 años cuidando a un “abuelito”, él tiene Alzheimer y  para ella es como su padre, le llena de respeto y cariño, incluso lleva consigo un pañuelo para que no coja frío al sentarse en el banco cuando da sus paseos y debido a la desorientación que sufre se queda a diario con él para que no se pierda, Marisa tiene mucho miedo a que pase esto.

Seas cuidador informal o formal debes fomentar el respeto y el cuidado tanto a la persona mayor como a tí mismo para así evitar sobrecargarse, ya que alrededor del 67% de los cuidadores sienten sobrecarga de trabajo.

Y para conservar el respeto y cuidarnos a nosotros mismos es necesario:

Tener en cuenta la opinión de la otra persona, ya seas el cuidador o la persona a cuidar, por ejemplo en cómo le gusta que hagan la cama o cómo se siente la persona en el día a día.

  • Darse tiempo para desconectar, como pueden ser los días de libranza o tiempo libre.
  • Hacer cosas que nos relaje o nos gusten como un baño, salir a correr o ver nuestra serie favorita.
  • Pedir ayuda. Si ves que la situación te supera, ya sea porque no sabes cómo manejarla o porque necesitas a alguien más, pide ayuda, no tienes por qué ocuparte de todo, eres humano.

Formación y experiencia

-La cuidadora informal: todos sabemos que cuando vamos a cuidar a un familiar descubrimos un mundo nuevo, al principio creemos que será temporal y que estamos capacitados para ello. Pero acabamos descubriendo que estos cuidados se vuelven permanentes en un 77% de los casos, acaban siendo trabajos a jornada completa (unas 46 horas semanales) y suele recaer en un sólo cuidador o cuidador principal.

Al final comprendemos que es necesaria la ayuda de alguien con formación y con experiencia para saber atender a nuestros seres queridos, para ayudarles y hacerles sentir mejor.

-La cuidadora formal: este tipo de cuidador debido a la formación y a la experiencia que ha adquirido, mediante Certificados de profesionalidad o mediante la formación en cursos en asociaciones, en instituciones sociales o en universidades, ofrece un servicio efectivo y promueven el bienestar del mayor.

Dentro de la formación que suelen tener las cuidadoras se les enseña primeros auxilios (entre ellos la maniobra de Heimlich para atragantamientos), técnicas de movilización y traslado o atención psicosocial.

«Alrededor de un 40% de los cuidadores consideran que es necesaria la formación para los cuidados de personas dependientes».

No nos olvidemos que son actividades psicoeducativas que ayudan a reducir la sobrecarga que genera este tipo de trabajo e incluso podemos mejorar con ellas el autoestima o la esperanza de vida de nuestros familiares o personas mayores.

Nuestra cuidadora Lourdes, actualmente se está formando con un curso de dependencia y nos comentaba que cree que “formarse y actualizarse es principal en este trabajo, ya que se mejora no sólo en la actuación con los mayores, sino también en las formas de cuidarnos y protegernos a nosotros mismos”.

Por eso, debemos considerar la formación y la experiencia como un punto importante y siempre como una capacidad de mejora.

¿Podemos mejorar nuestra formación? 

Sí, claro que podemos mejorar nuestra formación y así aumentar la calidad de los cuidados que damos:

– Formación en cursos como es el caso del curso de Atención sociosanitaria de Cáritas o de la Cruz Roja 

-Formación mediante Certificados Profesionales del SEPE demostrando la experiencia de 2000 horas o por tener formación relacionada en la misma rama.

-Asociaciones como la Asociación Cuidadores Familiares o cursos de la Organización del Alzheimer.

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Empatía y afecto

Todos sabemos que el afecto y la empatía son fundamentales para cualquier relación, pero en lo relacionado con los cuidados es todavía mayor su importancia, nuestros mayores necesitan no sólo sentirse bien atendidos, sino que también necesitan sentirse comprendidos.

«Aproximadamente un 45% de las personas de 65 años viven o se sienten solas según diversos estudios».

-Cuidadora informal: aunque el afecto como el respeto a un familiar es algo casi innato, cuando la situación cambia y pasamos a ser cuidadores de un familiar esto puede cambiar totalmente.

Las relaciones se vuelven difíciles debido a la tensión y la responsabilidad que genera cuidar a otros y a que vemos que nuestros mayores cada vez se vuelven más dependientes, en la mayoría de los casos los familiares acaban dejando sus trabajos e incluso aislandose de amigos y familiares, lo que hace que la situación empeore.

Pero es muy difícil en estas situaciones intentar ponernos en el lugar del otro, es decir, ponernos en sus zapatos. Nos cuesta comprender por qué ya no se acuerdan de las cosas o que les cueste tanto salir de casa cuando antes no perdonaban su paseo diario y es aquí, donde nosotros como familia debemos tener más paciencia y demostrarles más afecto.

-Cuidadora formal: este tipo de cuidador va generando una relación afectiva según va desarrollando el cuidado de la persona mayor y debido a la experiencia, a su formación y a su capacidad de empatizar seguramente van a manejar mejor las situaciones.

Entienden que el deterioro es parte del proceso de envejecer y han adquirido estrategias para manejar estas situaciones, les es más fácil entender que nuestra persona mayor ya no puede hacer o recordar ciertas cosas.

Los cuidadores formales suelen estar pendientes de las necesidades que tiene cada persona que cuidan, adaptándose a estas necesidades y a sus gustos, viendo junto con ellos sus series o programas favoritos o interesándose por todas las historias que tienen que contar nuestros mayores.

No hay que olvidar que si nuestro mayor se siente escuchado, se siente comprendido y siente que se tiene en cuenta su opinión es más probable que se genere respeto y afecto entre el cuidador y la persona a cuidar y esto facilitará la relación y ayudará a reducir el estrés.

¿Cómo empatizar y mejorar el afecto?

-Aunque nos parezca difícil creerlo, hay cursos sobre la empatía en cuidadores que nos ayudan a comprenderla y a adquirir nuevas formas de afrontamiento, como el curso que da la UNIR.

Ten en cuenta su opinión. Pregunta qué le parece la actividad o qué le gustaría a él/ella.

Debemos saber poner límites y decir que no, por ejemplo cuando nuestra persona mayor nos dice que no vayamos a la compra porque no quiere estar sola, debemos explicarle por qué se hace así y que será poco tiempo.

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-Decir las cosas con buen tono. Si ves que te puede el estrés de la situación, respira unos 10 segundos antes de decir las cosas.

-Ponernos en sus zapatos. Si por ejemplo tu familiar necesita andar con un bastón o muleta, intenta hacerlo durante una hora, comprenderás mejor lo que le cuesta moverse y sabrás cómo actuar la próxima vez.

Comunicación y escucha activa

¿Sabías que la escucha activa es parte de la acción de cuidar y mejora la relación cuidador-persona mayor?

La escucha activa no es sólo escuchar lo que dice la otra persona, es entender lo que dice, por qué lo dice y qué necesidades o actitudes implica, por lo que se convierte en una parte esencial para el cuidado de nuestros mayores.

-Cuidadora informal: como familiares a veces nos cuesta expresarnos o detectar algunas necesidades, la relación que tenemos puede haberse dificultado por la novedad de la situación o por la cantidad de tiempo empleado.

Pero si no somos capaces de comunicarnos correctamente con nuestros mayores, no nos daremos cuenta de lo que necesitan. Y esto es algo que vamos aprendiendo sobre la marcha.

En los cuidados hay momentos de mucha tensión, momentos delicados en los que se complica ver la situación de forma global y objetiva. Debemos aprender a decir las cosas (tono, expresión, actitud…), a preguntar a nuestro mayor de forma adecuada, a escuchar lo que ellos dicen y a observar lo que expresan sus cuerpos.

No nos podemos olvidar, que tener una buena comunicación facilita la relación, nos hace sentir seguros, mejora la calidad de los cuidados, nos enseña a ver más fácilmente las necesidades y nos ayuda a expresarnos mejor con los demás.

-Cuidadora formal: las cuidadoras formales están acostumbrados a tener estas situaciones difíciles y han aprendido a decir y explicar las cosas a los mayores, también han aprendido a escuchar lo que dicen  tanto verbalmente como con la expresión corporal.

Suelen preguntarles qué les apetece hoy, avisarles de las tareas a hacer e interesarse sobre sus opiniones, porque como hemos dicho antes, es fundamental que nuestros mayores se sientan escuchados y comprendidos.

Esta habilidad en los cuidadores formales genera confianza y fortalece y mejora la relación con la persona mayor. Al final, acaba promoviendo una buena comunicación que ayuda a cubrir las necesidades de forma más integral y completa e incluso mejorando la calidad de vida.

Mejorar la comunicación mediante la escucha activa

Mostrar interés. Es imprescindible mostrar interés y concentración en la conversación, si no sabemos lo que nos dicen, no podemos entenderlo ni actuar conforme a ello.

Respetar los turnos. Es decir, no interrumpas, espera que acabe de hablar la otra persona para responder, no termine sus frases a no ser que él/ella te lo pida .

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Frases claras y con tono adecuado. Muchos de nuestros mayores tienen dificultades auditivas, por ello hay que decirles las cosas en frases concisas, breves y elevando el tono, pero sin llegar a gritarles, ayudará a una mejor comprensión.

Tener en cuenta sus sentimientos. Parte de sentirnos comprendidos viene cuando vemos que también se escuchan y se comprenden nuestros sentimientos y es algo fundamental en las personas mayores, ya que a veces se sienten solos e incomprendidos en estas situaciones.

¿Cuánto cuesta el servicio de una cuidadora? 

Es un tema ya comentado en otras ocasiones,pero actualmente tenemos en cuenta el salario mínimo interprofesional vigente a partir de 2019 en todo el territorio español a espera de la entrada en vigor de la subida en 2020.

Una cuidadora de ancianos es también un trabajador, por lo que cuenta con un salario profesional específico y regulado. Este salario se pacta con la familia que contrate sus servicios, llegando ambos a un acuerdo.

El coste varía según el tipo de servicios. Si es jornada completa o media jornada; si es turno de mañana, tarde o noche; o si es en régimen de interno o externo. Puede parecer que pagar un sueldo completo es un gran esfuerzo para la familia. No obstante, si observamos lo que recibimos a cambio, resulta una gran alternativa y en muchos casos la mejor opción.

Los cuidados a domicilio representan un tipo de trato personalizado y único para nuestros mayores. Además, los cuidadores de ancianos se adaptan a las necesidades que puedan tener nuestros mayores, para así centrarse en cubrirlas totalmente. Por eso, esta es una de las mayores ventajas de los cuidados a domicilio. Conocer su historia, su entorno y su modo de vida es clave para realizar un buen informe.

Trabajo de Cuidado Mayor

En Cuidado Mayor nos encargamos de poner en contacto a cuidadores y cuidadoras con personas mayores y sus familiares que necesitan estos servicios. Como sabemos que cada persona tiene unas necesidades diferentes, hacemos procesos de selección minuciosos y específicos.

En primer lugar, nuestros expertos realizan una valoración del estado físico y cognitivo en el que se encuentra la persona mayor. Conocer su historia, su entorno y su modo de vida es clave para realizar un buen informe.

Posteriormente, acudimos a nuestra base de cuidadores y cuidadoras de confianza y seleccionamos a los más afines a la persona tras otra ronda de entrevistas. Siempre teniendo en cuenta la importancia de la formación y de la experiencia en situaciones similares, buscando que tengan mínimo 3 años de experiencia.

Finalmente, presentamos a los candidatos que nos han parecido aptos para el puesto a la familia, para que sea esta la que tome la última decisión. Siempre con la ayuda y consejo de Cuidado Mayor, ya que nuestro equipo está preparado para guiar a las familias en el proceso.

Escrito por Verónica Pérez

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